Asfixia Perinatal

Asfixia Perinatal

¿Qué es la ASFIXIA PERINATAL?

Se define así a la falta de oxigenación adecuada que sufre un feto o un recién nacido en sus órganos esenciales para la vida y su desarrollo neurológico.

Debido a que el parto es en sí mismo un episodio asfíctico, el término de asfixia perinatal y su implicación como responsable de discapacidad se restringe a aquellos neonatos que muestran en las primeras horas de vida indicadores perinatales de una encefalopatía aguda con afectación hipóxico-isquémica, aunque sea subclínica, de al menos otro órgano o sistema. Los criterios para identificar estos neonatos vienen definidos en la siguiente tabla y a ellos nos referiremos a lo largo de este estudio.

¿Qué es una ENCEFALOPATÍA HIPÓXICO-ISQUÉMICA (EHI)?

De forma paralela a la definición anterior para asfixia neonatal, por encefalopatía neonatal hipóxico isquémica se entiende la constelación de signos neurológicos que aparece inmediatamente después del parto tras un episodio de asfixia perinatal. Esto se  caracteriza por un deterioro de la alerta y de la capacidad de despertar, alteraciones en el tono muscular y en las respuestas motoras, alteraciones en los reflejos y con frecuencia convulsiones.

La EHI se produce como consecuencia de la falta de oxígeno al cerebro, habiéndose demostrado ampliamente la isquemia cerebral como causante de los efectos deletéreos sobre el sistema nervioso central.

Para graduar los efectos destructores de una encefalopatía aguda se han diseñado una serie de esquemas que clasifican la profundidad de la EHI en distintos estadios, de modo que cuanto mayor es el deterioro de la vigilia y de la capacidad para despertar, más grave es la encefalopatía.

Tiene una importante utilidad de cara al pronóstico durante los primeros días de vida al correlacionarse los síntomas con la probabilidad de secuelas neurológicas, como puede comprobarse en la tabla adjunta que publica la Asociación Española de Pediatría en su Protocolo Encefalopatía hipóxico-isquémica  y asfixia intraparto.

Las pruebas que se emplean para el diagnóstico de una EHI son:

Electroencefalograma (EEG)

Sigue siendo un indicador de la gravedad de la agresión, de uso  complementado por las técnicas de imagen.

Ecografía craneal.

Los neonatos con EHI grave muestran durante los primeros días un incremento de la ecogenicidad del parénquima cerebral y  unos ventrículos colapsados, hallazgos típicos de edema cerebral por inflamación. En el seguimiento ecográfico estos pacientes muestran signos de atrofia cerebral y encefalomalacia multiquística.

Doppler cerebral. 

Como prolongación del estudio ecográfico, la medición de la onda de velocidad de flujo en las arterias cerebrales muestran en los casos de EHI patrones anormales, como la disminución de los IR, la  ausencia de flujo diastólico o la presencia de un flujo diastólico invertido.

Resonancia magnética (RM).

En la actualidad la RM es la principal herramienta para determinar el momento, la causa  y extensión del daño cerebral en la EHI. Su principal ventaja es que permite caracterizar con precisión la localización y la gravedad del daño cerebral, lo cual tiene una gran importancia de cara al pronóstico futuro. El mejor momento para realizar la RM es a partir de la primera semana de vida.

Existe una estrecha correlación entre el tipo, la extensión, y la severidad de las lesiones en la RM neonatal y la posibilidad de secuelas posteriores.

¿Qué significa LEUCOMALACIA?

La leucomalacia periventricular es el daño que se confiere a la sustancia blanca del cerebro, parte encargada de transmitir información entre las células nerviosas y la médula espinal y entre los dos hemisferios cerebrales. Periventricular significa alrededor de los ventrículos,  espacios del cerebro que contienen el líquido céfalorraquídeo. Leuco significa blanco y Malacia reblandecimiento.

Su diagnóstico ese basa en el estudio de la anatomía del cerebro mediante  técnicas de neuroimagen. La etiología es hipóxico-­isquémica y deja como secuela una sintomatología neurológica residual en forma de parálisis cerebral infantil, alteraciones visuales y/o retraso psicomotor.

El síntoma más común de la leucomalacia periventricular es la diplejía espástica, una forma de parálisis cerebral caracterizada por tensión y contracturas musculares, especialmente en las piernas.